Semana frenética, baloncestíticamente hablando. Tras el gran triunfo del Barça en la final de la Supercopa, la ACB se presentó en las salas Kinépolis, en Madrid, bajo el lema "una temporada de cine". Chiste demasiado fácil.
El "Tuky" Bulfoni compartió protagonismo con Ricky Rubio y Sergio Llull, auténticos referentes mediacos del evento. El alero del Xacobeo Blu:Sens apareció en al acto vestido con un elegante traje. Nadie le avisó de que los jugadores invitados debían llevar la equipación oficial del equipo. Al argentino pagó la novatada con un excelente humor. Su patrocinador debe estar contento porque él, al menos, fue protagonista. Nadie, salvo los jugadores que fueron parte de la convocatoria de 15 de la selección española, dijo una palabra en el acto. Tener a un crack como Vujanic, sentado, mirando para el techo, daba cierta pena. Menos mal que Itu se salió como presentador de una ceremonia bastante mediocre.
Para hoy, miércoles, estña previsto el desembarco de los Jazz de Utah en Madrid. No me resisto a comentar cómo la NBA ha perdido parte de ese misticismo que hace dos décadas me cautivó. Si en 1988 fueron los Celtics los que rindieron visita a Madrid, son ahora el equipo antiglamour de la liga profesional americana los que se erigen en embajadores de la mejor liga el mundo. Todavía no sé si pagaron los dos partidos que estaban pactados con el Madrid después de robarnos a Raúl López. De los 4 que nos deben los Blazers, mejor ni hablo.
Los Jazz llegan a Madrid con un equipo liderado por Deron "Siempre hago pasos de salida" Williams, Carlos Boozer y Andrei Kirilenko, quién en su última visita al Palacio se llevó el oro europeo. Sin duda, otro de los atractivos para los que asistamos al partido de mañana será escuchar los malos modos de Jerry Sloan, el técnico de Illinois cuyo trasero está a punto de cumplir 20 años sentado en el banquillo del equipo del estado mormón. Un entrenador que supo sacar lo mejor del dúo Stockton-Malone, y que es de los pocos entrenadores americanos capaz de competir tácticamente con cualquier entrenador europeo. Veremos si mañana el equipo americano está a la altura de aquellos Celtics del 88, aunque en lugar de un alero de French Lick tengan a uno nacido en Udmurtia.
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